HUMANIDADES VS CIENCIA

Este es uno de los debates más encarnizados de los últimos tiempos en todas las sociedades avanzadas que existen en la actualidad.

Del Barcelona o del Real Madrid, de izquierdas o de derechas, de ciencias o de letras. Todo el mundo tiene un bando, todo el mundo se decanta por una tendencia o por otra, pro palestino o pro judío, eutanasia sí o eutanasia no, aborto sí o aborto no. En todo el ‘ideario’ moderno siempre parece haber dogmas de fondo que nos obligan a posicionarnos en un lado u otro. Y yo me preguntó el porqué. ¿No podemos tener una posición intermedia, no podemos entender a los dos bandos? Entre el blanco y el negro hay muchos matices de grises y cada uno de esos matices, generalmente, tiene una parte de razón y otra parte errónea. O una parte con la que nos podemos sentir identificados y otra con la que no.

Pero lo que nos convence de una cosa o de otra, generalmente es la palabra, la capacidad para expresarse de la persona que está exponiendo sus ideas, la capacidad que tiene para convencernos, y en eso, qué duda cabe, las letras y las humanidades tienen mucho que ver.

Es cierto que hoy en día la fiebre por el oro ha sido sustituida por la fiebre tecnológica. Queremos tecnología en todas partes, en nuestro coche, en nuestro móvil, en nuestra casa, electrodoméstico, domótica. La tecnología está por todas partes. Y realmente nos facilita mucho la vida, por eso nos gusta. Y la base de la tecnología es la ciencia. Eso hace que demandemos más y más tecnología y que surjan más y más empresas tecnológicas que necesitan mano de obra. Puede que laboralmente la ciencia, en la sociedad actual, le gane la batalla a las humanidades, pero ¿eso hace que sea más importante?

Yo me pregunto una cosa, ¿cómo se transmite el conocimiento sino es mediante las letras? ¿Mediante la capacidad que tenemos las personas para comunicarnos? Realmente creo que las ciencias sin las letras simplemente no existirían, ya que estas últimas son el vehículo mediante el cual la ciencia se transmite. Creo que igual de importante son unas cómo otras.

En un post anterior, publicamos un artículo de Jordi Llovet titulado «Nadie quiere a los filósofos», puedes leerlo AQUÍ.

En dicho artículo, el autor dice cosas muy, pero que muy interesantes, como por ejemplo esto:

«el subsiguiente descrédito de la lectura anula la posibilidad de que exista algo así como un imaginario subjetivo, en beneficio del llamado imaginario colectivo, que viene a ser lo mismo que la aceptación sumisa de la opinión común —todo lo contrario de la operación de discurrir en primera persona—, asumida esta sin el menor atisbo de crítica; el mercado laboral lo es de profesiones consideradas productivas y necesarias, y apenas de las profesiones en las que el saber humanístico podría multiplicarse y difundirse, como es el caso de la educación —hoy vencida y desarmada en España — a todos sus niveles»

Dios mío, este párrafo no tiene desperdicio. Aquí volvemos otra vez a lo mismo. DOGMAS, DOGMAS Y DOGMAS, yo me pregunto si el ser humano está perdiendo la capacidad para pensar por sí mismo y no dejarse arrastrar por los discursos, siempre interesados, de terceras personas. Son las humanidades las que nos capacitan para analizar lo que oímos y lo que vemos, y también son las humanidades las que nos dan la valentía para no aceptar aquello que no nos convence, por mucho que sea lo que opina la mayoría de la gente.

Ya lo dice el autor en el párrafo anterior, «perdemos la capacidad crítica» para poder analizar profundamente todo lo que nos rodea.

Jordi Llovet también hace alusiones al riesgo de que los planes de estudio basados en la ciencia y la tecnología le coman el terreno a las humanidades. Pero analicemos un poco más las consecuencias de esto.

¿qué implicaciones puede tener potenciar una educación basada en las asignaturas de ciencias sobre las asignaturas relacionadas con las humanidades?

Sin duda, una educación donde los contenidos relacionados con las letras, el arte, la filosofía, la historia, las ciencias sociales, etc. tengan un papel secundario, no solo supone asumir un riesgo de empobrecimiento cultural, sino el de formar individuos con falta de visión sobre la finalidad última que da sentido a muchos de los problemas que afronta la ciencia.

Frente a lo concreto, lo específico, lo exacto, lo absoluto, lo empírico que implica la ciencia, no se debe contraponer, sino complementar la visión más global, social, relativa e incluso aleatoria de las humanidades.

Este concepto antagónico entre ciencia y humanidades ya fue expuesto por Charles Percy Snow en 1959 en su conferencia «Las dos culturas», en la que se refería a la falta de entendimiento y comunicación entre la comunidad científica y la humanista como uno de los inconvenientes para la resolución de los grandes problemas del mundo.

FUENTES Y ARTÍCULOS RELACIONADOS

Nadie quiere a los filósofos. Jordi Llovet.

Las dos culturas: un debate novelado. Xabier Durán.

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